De alguna forma intuía un paralelismo entre mi existencia y la de aquellos condenados. Mi mundo también era negro y denso e inexplicable y absurdo. Mi mundo también parecía regido por la espada de un ángel bello y siniestro que me condenaba a la perplejidad, al castigo y a la locura.
lunes, 9 de julio de 2007
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