
Era un bar como todos, un poco templo, un poco sucio, un poco todo, un poco nada. Se sentó en una esquina, esa mujer tocó su cuerpo, esa mujer besó su boca. Se deshizo en una luna plateada, ignoró el tiempo, se hizo uno con aquellos labios, se durmió en medio de una noche cálida, resucitó. Luego un ángel tocó su cuello, besó su nuca. Se hizo el silencio.
Solo Chet Baker, ese muerto de cara dulce, acompañó su alma a la búsqueda de aquel espejismo que se hizo puro y concreto. Se deshizo, se disolvió, se hizo uno con todo. El mundo le abrazó, él se abrazó.
La ciudad, entonces, se hizo cálida y hermosa.
Solo Chet Baker, ese muerto de cara dulce, acompañó su alma a la búsqueda de aquel espejismo que se hizo puro y concreto. Se deshizo, se disolvió, se hizo uno con todo. El mundo le abrazó, él se abrazó.
La ciudad, entonces, se hizo cálida y hermosa.
1 comentario:
Tanto dolor para quen siga doliendo...
Estremece leerte.
Un abrazo.
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