
Marco: Las tropas de Octavio ya están a las puertas de la ciudad, amor mío.
Cleo: ¡¿Combatirás cielo?
Marco: Sí, gacela mía, soy un soldado, un soldado romano, lucharé por Roma y por nuestro amor como un valiente.
Cleo: ¿Y a qué hora piensas regresar, cari?
Marco: ¡La batalla está ganada! En un par de horas las tropas de Cesar dejarán de ser un peligro y su cabeza colgará de la punta de mi lanza.
Cleo: ¡Hijo, qué desagradable!
Marco: Así es la guerra pichón mío.
Cleo: Oye Marco incomparable...
Marco: Dime, paloma.
Cleo: ¿Y si perdieras la batalla?
Marco: ¡Eso es imposible!
Cleo: Ya, pero... ¿y si la perdieras?
Marco: Hundiré primero mi espada en tu corazón y después atravesaré mi estómago con la misma precisión de un cirujano belga, duna del desierto..
Cleo: ¿De verdad harías eso azúcar mío?
Marco: ¡Lo juro con la mano en mis testículos, tórtola del Nilo!
Cleo: Pues anda, marcha a la guerra, que cuanto antes empieces antes terminas, luciérnaga con faldas.
Marco: Parto pues.
Cleo: Eso, eso, parte Marco
Marco: Adiós, paladín a la taza.
Se va Marco y Cleo queda mirando por una ventana.
Cleo: (Llamando a una criada) ¡Aspirina, Aspirina!
(Entra la doncella Aspirina)
Aspi: Decidme señora.
Cleo: Oye Aspirina, me marcho, guarda mis cosas en el baúl grande.
Aspi: ¿Marcháis para mucho tiempo, señora?
Cleo: No sé... hasta que Octavio se calme supongo... ese si es un tío... fíjate que paliza le ha dado a las tropas de Marco (se asoman a la ventana)
Aspi: ¡Huy! pues sí, están cortando cabezas que da gusto...
Cleo: (Dando un respingo y mirando al suelo) Oye Aspirina...
Aspi: Decidme señora.
Cleo: ¿Esto que he pisado es una serpiente?
Aspi: Yo diría que sí, señora.
Cleo: Pues anda, no recojas nada que la hemos cagao.
Aspi: ¡Ay, señora, es que tiene Ud. un despiste!
Muere Cleopatra.
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